miércoles, 19 de junio de 2013

El mono, la paloma y la serpiente

En una casa muy particular vivía un mono, una paloma y una serpiente.
La paloma y la serpiente se mofaban continuamente del mono, llamándolo tonto e inútil.

Un día como otro cualquiera, la serpiente y la paloma se fueron a trabajar dejando solo al mono en la casa, ya que este no trabajaba. El mono decidió salir un momento a buscar plátanos pues estaba hambriento.

La paloma, la serpiente y el mono llegaron al mismo tiempo.
La paloma le reprocho al mono el haber abandonado la casa puesto que ninguno de ellos se llevaron una llave para abrir la puerta.
El mono quiso decir algo pero ni la paloma ni la serpiente lo dejaron.

En su intento de entrar a la casa,
la paloma sobrevoló la azotea para poder entrar, pero se enredó con unas cuerdas que había.
Y en el otro lado,
la serpiente intentó reptar hasta el interior de la casa a través de una tubería, pero quedó atrapada en ella.

Finalmente el mono, a quien no le habían dejado hablar anteriormente, abrió la puerta de la casa con solo empujarla, entrando de la manera más simple imaginable.





 Moraleja: muchas veces la respuesta más sencilla es la correcta.



El asesino

<< Tendré que salir de la ciudad para mayor discreción, no puedo montar un espectáculo cada vez que realizo mi trabajo. Veo que han pasado 15 minutos, todavía le quedan otros 15.
Sí, aquí estará bien. Un polígono industrial abandonado donde solo hay drogadictos>>.

– Vamos sal – el asesino saca del maletero de su coche a un hombre atado y amordazado. – Colócate ahí, en la pared. ¡Colócate! – golpea violentamente al hombre amordazado para que obedezca.

<< Ahora solo tengo que coger la pistola, poner el silenciador y disparar una única bala a la cabeza.
Pero siempre igual, siempre suplican. No tiene ni idea de que no le voy a perdonar la vida; aunque pensándolo bien, este hombre no me ha hecho nada, no tendría nada que perdonar. No obstante, este es mi momento favorito, justo antes de apretar el gatillo.
Ver a un hombre rendido, llorando delante de mí. Seguramente esté pensando en que ya no habrá más cumpleaños, ni fiestas con los amigos, ni vacaciones, ni folleteos nocturnos y casuales, ni siquiera recuerdos de infancia. Yo acabaré con todo en 0,8 segundos.
Bien. Pongo el silenciador, quito el seguro, levanto la pistola hasta la altura de su cabeza, observo por última vez a mi víctima temblorosa suplicando por seguir vivo y... boom, muerto. Ya está, acabo de arrebatar una vida: una vida con sus alegrías y tristezas, una vida que tenía sueños y esperanzas, con temores y anhelos, una vida con seres queridos que no volverá a ver nunca más, una vida humana>>.



Un pintor extraordinario III

<< Cóncavo perfil dorado irradiado de sol y nubes. Abraza íntimamente a un mar que avanza y recula obedeciendo las leyes de la luna. Salpicando de puntos negros el azul del mar, los bañistas disfrutan de las corrientes y la fuerza espumosa que los hunde y levanta.
La arena ya compactada obsequia de suelo firme para tumbarse y absorber la brisa fresca. El color y la luz del mediodía envuelve todo cuanto es palidez, quitando el frío y la oscuridad de los edificios de la ciudad>>.




Conversación de manicomio II

Paciente 1: ¿Qué harás cuando salgas de aquí?

Paciente 2: Intentaré que no vuelvan a meterme.

Paciente 1: Entonces no harás ninguna locura.

Paciente 2: Exacto.

Paciente 1: Pues yo voy a hacer más locuras que nunca.

Paciente 2: ¿Es qué quieres quedarte aquí para siempre?

Paciente 1: No, pero tampoco quiero aburrirme fuera. Quiero divertirme, y ser normal es muy aburrido
                  para dos locos como nosotros.

Paciente 2: Entonces... ¿quieres destacar entre los demás?

Paciente 1: Quiero divertirme y hacer lo que a mí me parece divertido, no lo que a los demás les parece
                  divertido.

Paciente 2: ¿Y qué locuras piensas hacer para divertirte?

Paciente 1: Bailar en medio de la calle mientras canto mi canción favorita. Hablar con los demás
                  amistosamente aunque no los conozca. Dar una sonrisa a todos los que quieran recibirla.  
                  Comer y beber cuando tenga hambre o sed, y no cuando se supone que debo hacerlo.
                  Estudiar lo que a mí me guste. No acomplejarme por mi cuerpo. Aceptar los defectos de los
                 demás y agradecer sus virtudes. Y sobre todo, como sé que podemos morir en cualquier
                 momento, vivir cada día como si fuera el último.

Paciente 2: Pero eso no son locuras. Eso es lo que deberíamos hacer todos para divertirnos y vivir    
                  mejor.

Paciente 1: Sí, pero creo que los que no están locos como nosotros todavía no lo saben.



Historia de un vagabundo II

Nuestro vagabundo se resguarda en un zaguán para huir del calor insoportable de un verano demasiado cálido. Sorteando poco a poco el sol entre las sombras de los edificios, camina sin rumbo para encontrar alimento. Sabe que es difícil encontrar nada que llevarse a la boca, las calles están muy limpias y los contenedores bien cerrados, como si los demás no quisieran que nuestro vagabundo sobreviviese a este día.

Sigue caminando, cansado por el ejercicio y exhausto por el calor. Se acomoda entre los arbustos de un parque, están templados. Poco a poco un niño se acerca, con la inocencia que solo sabe dar los pocos años de existencia. Le ofrece a nuestro vagabundo un zumo que ni siquiera a probado, dejándolo caer para que pueda ser aprovechado por nuestro desvalido trotamundos. Y mientras se alimenta, el niño acaricia suavemente la cabeza del hambriento pero agradecido vagabundo.




Axiomas I


"La vejez del ser no se mide en experiencias vividas, sino en experiencias sin vivir".

"Un libro es un puente a una experiencia nueva, pero un lápiz y un folio en blanco es el transporte hacia el desarrollo de muchas experiencias".

"La realidad la crea uno mismo, pero la distorsionan los demás"

"Debemos saber para que no nos engañen; aprender para rectificar nuestros errores; avanzar para no quedarnos atrás; y pensar para saber que si avanzamos aprenderemos a vivir mejor".

"Disfruta de la soledad tanto como disfrutas de la compañía de un buen amigo".



sábado, 1 de junio de 2013

Un pintor extraordinario II

<<Acariciando el azul que debajo encuentra, deja precipitar gotas que hallan reunión con sus hermanas saladas. Llena de gris el ambiente, un gris que lejos de ser triste proporciona paz y sosiego.
El mar disfruta del tierno masaje que obsequia la llovizna dulce. Refleja el gris próximo a su lomo, el cual permanece quieto, grande, esponjoso. La nube desciende en niebla fusionándose con las gotas; y baila en vertical con la melodía que hacen sonar cuando estallan en el mar>>.








Amor a trigésima primera vista (Poema)

Irrumpió sin aviso en mi balcón
una bella tarde de abril.
Se clavó en mi sien
como migraña febril.

Creciendo poco a poco en mi diafragma
de vez en cuando si aliento me dejaba.
Lento pero eficaz revés a mi serenidad
pues ella no estaba acostumbrada.

Expandiéndose segundo tras segundo
como semilla en plena imbibición.
Tu amor encontró tierra fértil
en el desierto de mi imaginación.

Cruel ironía, o alegre sarcasmo,
escribir poesía con este entusiasmo.
Yo, antes crítico y realista,
ahora novato soñador e idealista.

Ahoga el llanto de tus lágrimas
en mi boca seca.
Alza los gritos silenciosos de tu
garganta en mis oídos sordos.
Sé ese tumor benigno
que agrande mi corazón.




Panacea (Poema)

Experimento un cosquilleo tierno
en la extrema inocencia de mi piel.
Me transporta a una idea feliz
como el cantar de un laúd parrandero.

Alcanzo lo inalcanzable oscureciendo
mis ojos. Y caigo profundo cuando
ilumino la oscuridad.
Rompiendo en mil pedazos mi respiración,
escapando a la atmósfera mil bocanadas
de joven iluso.

Ese joven iluso ilusiona a los demás
ilusionándose, y termina por camelar 
su cariño.
Pero camelar no significa poseer,
algo que al joven le cuesta entender.

Sin embargo, no es necesario que
entienda ni acepte nada. Haber
experimentado ese cosquilleo
completa una alegre vida, que se 
muestra burlona ante la fría realidad 
de la madurez mal comprendida



"Apogeo"

Vagamos como simples fantoches manejados por un mal llamado comodidad. Somos un rebaño... no, ni siquiera eso; somos una simple masa desorientada guiada por descarados arlequines. Desorientada por la incertidumbre que siempre ha estado pero hemos ignorado. Una incertidumbre real y al mismo tiempo infundada para que así perdamos el norte de nuestra brújula intelectual. Tengamos un momento de cordura y reflexionemos. La situación no es grave, pues lo grave es nuestra indiferencia.
Al igual que la incertidumbre, el dinero siempre ha estado ahí y siempre estará. Y no es que la incertidumbre apareciera ahora, es que no la queríamos ver. No es que el dinero haya desaparecido, es que no se está repartiendo equitativamente.


Sencillez imposible

¿Por qué tengo que escribir palabras bonitas y cultas? ¿Por qué tengo que maquillar la realidad disfrazándola de color cuando se viste transparente? Quiero expresar mis sentimientos de forma tan llana que los demás puedan pisarlos sin darse cuenta.
Podemos tocar el miedo, oir la tranquilidad, saborear el amor, oler la melancolía. Pero no lo hacemos porque preferimos pensar que es demasiado complejo percibir de una manera tan sencilla. Otorgando la responsabilidad de nuestras emociones a un ser inexistente.
Quiero que el odio sea odio, el amor sea amor, la tristeza sea tristeza, la curiosidad sea curiosidad y el ser humano sea sencillo.