Podemos tocar el miedo, oir la tranquilidad, saborear el amor, oler la melancolía. Pero no lo hacemos porque preferimos pensar que es demasiado complejo percibir de una manera tan sencilla. Otorgando la responsabilidad de nuestras emociones a un ser inexistente.
Quiero que el odio sea odio, el amor sea amor, la tristeza sea tristeza, la curiosidad sea curiosidad y el ser humano sea sencillo.
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