Irrumpió sin aviso en mi balcón
una bella tarde de abril.
Se clavó en mi sien
como migraña febril.
Creciendo poco a poco en mi diafragma
de vez en cuando si aliento me dejaba.
Lento pero eficaz revés a mi serenidad
pues ella no estaba acostumbrada.
Expandiéndose segundo tras segundo
como semilla en plena imbibición.
Tu amor encontró tierra fértil
en el desierto de mi imaginación.
Cruel ironía, o alegre sarcasmo,
escribir poesía con este entusiasmo.
Yo, antes crítico y realista,
ahora novato soñador e idealista.
Ahoga el llanto de tus lágrimas
en mi boca seca.
Alza los gritos silenciosos de tu
garganta en mis oídos sordos.
Sé ese tumor benigno
que agrande mi corazón.
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