– Buenos días queridísima
madre,
la encuentra hoy abonbada.
– ¡Ay hijito!
Me llené de alimento y
provoqué la envergadura
de esta tripa hinchada,
pues al ansia se apodera
de mi alma estresada.
– ¡Dolido mi corazón se halla
al escuchar semejante lamento!
No obstante, dejad de engullir,
os haría reventar hasta un
triste y frito pimiento.
– ¡Niño insolente! Sal de mi vista.
Cuando topes con la cruda
responsabilidad de un adulto
tu burla caerá en llanto.
– Sí, pero hasta entonces
reiré vuestras simpáticas
desgracias por estar
curado de espanto.
Y todo pa llamarla gorda jajajaja
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